(Intervención en el Akhulli Testimonial al jilir jilata Juan de Dios Yapita, organizado por el Taller de Historia Oral Andina, viernes 2 de julio de 2021)
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Jilat kullakanaka,
sinti llakisisktwa jach’a yatichirijax
akapachat sarxatapata. Jichhax mä qawqha arunak arust’awayä aka Japuna jaya
markata, ukham jupat amuyt’asiñataki.
Es todavía
bastante difícil hablar de este tema. En una época en que no puedo estar en La
Paz, estando en las tierras lejanas de Japón, he sentido y sigo sintiendo una gran
pena por el fallecimiento del gran maestro Juan de Dios Yapita.
He aprendido
aymara de don Juan de Dios, y nuestras clases comenzó en el año 2003. Recuerdo
que antes de venir a Bolivia, la antropóloga inglesa Olivia Harris, cuando la
consulté, me sugirió buscar a Juan de Dios. De hecho, todas las personas que
consulté dentro y fuera de Bolivia me sugirió buscar a él, y así comencé a
pasar clases de aymara con él fuera de mi horario de trabajo de entonces en la
embajada japonesa. Comencé a pasar clases con una colega más, pero yo nomás he
seguido.
Mis primeros años
de aprendizaje de aymara ha sido las clases con Juan de Dios, y las prácticas
en el Mercado Rodríguez. Juan de Dios me presentó a su prima hermana, doña
Basilia, Basilia Copana Yapita, quien vendía papa, cebolla, y zanahoria en el
callejón justo en las afueras del establecimiento de ese mercado. Cada sábado
la visitaba, la ayudaba a pelar la cebolla mientras me sentaba a su lado,
escuchando las conversaciones que ella tenía con sus caseros y las otras
señoras vendedoras. La ayudaba a leer su biblia en aymara, y recuerdo que
varias veces rezaba pidiendo que mi aymara mejorara. Si recuerdo bien pasó al
otro mundo en el comienzo del año 2007.
Si yo puedo
resaltar algo en don Juan de Dios, es su actitud siempre muy reflexiva con su
propio idioma, llena de curiosidad. En las publicaciones suyas, se destaca la parte
metódica y formalista, estableciendo rigurosamente la estructura del idioma
aymara, de ahí desarrollando paso a paso, lo que facilita el aprendizaje de un
principiante, y también concientiza a los hablantes nativos del idioma con las
estructuras características y propias de este idioma. Pero al mimo tiempo, el
material que don Juan de Dios y la doña Juana Vásquez colaboró para elaborar en
la Universidad de Florida en Gainesville, en la década de los 1960, se
caracteriza por los diálogos creados libremente por estos dos hablantes nativos
de aymara, y el contenido de esos diálogos se extiende mucho más allá del
contenido gramatical tratado en cada unidad, y los ejercicios de tipo práctica
de patrones (pattern practice). Es
una creación muy rica y preciosa, y me alegro de que todo este material se ha
digitalizado y se ha vuelto más accesible en el espacio virtual.
Aún después de
dejar de pasar clases con don Juan de Dios, lo visitaba siempre, y cada vez
compartía conmigo sobre lo que estaba reflexionando en ese momento. Tomando un
ejemplo de mi cuaderno fechado entre el sábado 10 y el lunes 12 de marzo de
2007, hemos estado viendo el sufijo –xa expresando el condicional:
Jumax sarätaxa walipuniniw. (Si tú
vas, estará bien siempre.)
De ahí nos pasamos
al uso del sufijo –tix para enfatizar la persona en estos contextos y da un
cierto sentido de amenaza:
Nayatix saräxa kunaw pasani. (Si
yo voy algo va a pasar.)
De ahí criticó un
uso en la biblia que él encontró que abusa esta expresión:
Janiw sarkäti kunalaykutix
janiw timpunïktti. (No iré porque no tengo tiempo.)
No se necesita la
parte kunalaykutix, que sería una influencia del conector “porque” de
castellano, pero al mismo tiempo se encuentra ahí un uso interesante de –tix.
Me influyó mucho
esta su manera de reflexión matizada elaborando ejemplos para ir analizándolos.
Cómo se podrá heredar ese espíritu reflexivo sobre el idioma es algo que sigo
pensando como mi tarea propia al seguir estudiando aymara.
También fue don
Juan de Dios quien me impulsó y motivó a aprender un otro idioma indígena de
Japón, el idioma aynu, de la parte norte de nuestro país. Me empujó a que yo
buscara un otro idioma que tenga la cuarta persona, la jiwasa, en la gramática. Lamentablemente mi idioma materno, el
japonés, no la tiene, pero sí la tiene este idioma aynu. Ahora colaboro en el
rescate de grabaciones pasadas del idioma aynu y su publicación, igual que la
colaboración que he venido realizando en el ámbito del THOA. También en la
sociedad japonesa donde todavía no es muy fácil que los jóvenes de este pueblo
indígena acceda a la educación universitaria, hemos logrado aceptar a una
estudiante en la universidad donde trabajo, y se está convirtiendo en una joven
líder importante de su generación. Me gustaría pensar que estoy siguiendo los
pasos que me han mostrado don Juan de Dios y también la Denise.
Permítanme
reiterar que la cuestión de cómo heredar el legado del trabajo y la reflexión
de don Juan de Dios Yapita va a ser un tema de suma importancia de las
generaciones que lo sucedemos. Tenemos que trabajar para esto.
Ukakiw. Samart'akpan jan khitits llakisis,
jach’a yatichiri tata Juantirus. Mä jallalla.